Proyecto MK Ultra: los experimentos secretos de la CIA y el control mental.
Hay una parte de la realidad que, a pesar de ser desconocida y terrible, no deja de ser cierta. Conspiraciones reales.
Hoy, os quiero hablar sobre el «Proyecto MK Ultra», el programa de la CIA que quería controlar la mente de los individuos.
El 13 de abril de 1953, Allen Dulles —director de la CIA— autoriza el proyecto MK Ultra como respuesta a la evolución del mundo del espionaje durante la Guerra Fría.
Necesitaba ser capaz de sacar toda la información posible a los espías y presos enemigos en los interrogatorios. Y, a la vez, evitar que sus propios agentes fueran forzados a revelar los secretos que conocían, como pasó con los prisioneros de guerra estadounidenses en Corea.
No era tarea fácil.
Durante la II GM, el espionaje se profesionalizó y cada vez eran más complicados los interrogatorios.
Por ello, se buscó fichar a los más prestigiosos científicos: químicos, psiquiatras, neurólogos. Incluso a través de la Operación Paperclip se llegó a contratar a expertos provenientes de la Alemania nazi.
El carácter secreto del proyecto MK Ultra permitió el uso de drogas sintéticas, electroshock, hipnosis, privación sensorial y torturas, ya que los científicos contaban con el respaldo y financiación de la CIA, pero no con el control de las autoridades ni del gobierno de EE.UU.
Así, miles de personas en EE.UU. y Canadá fueron sometidos a multitud de experimentos de un programa del que desconocían tanto que era secreto como su propósito.
La mayoría —indigentes, presos, enfermos psiquiátricos— fueron obligados y sometidos a los peores experimentos. Muchos de ellos murieron o sufrieron gran deterioro mental debido a las terribles pruebas.
Por otro lado, también participaron estudiantes pagados voluntarios que fueron engañados en sus facultades sobre los experimentos y el propósito de los mismos.
Mediante las más diversas técnicas se buscaba doblegar la voluntad y sacar la máxima información posible en los interrogatorios.
Destaca el caso de Henry Alexander Murray, prestigioso profesor de la Univ. de Harvard que entre 1959 y 62 experimentó con una veintena de estudiantes
Mención aparte merece Donald Owen Cameron —del que ya os hablé en otro hilo— quien torturó con electroshock, administró LSD y mantuvo sin dormir durante días a los sujetos de sus experimentos mientras les ponía grabaciones con mensajes subliminales.
Que mis protagonistas tengan características especiales, como #latrofobia, no es para mí un capricho o 1 herramienta narrativa; es mucho más que eso.
— Javier de Frutos (@DeFrutosJavier) March 26, 2019
Me interesa tanto el qué —ese miedo extremo a los médicos—, como el porqué.
Y en el caso de Shania Roy, no es por cualquier cosa. pic.twitter.com/L8I59aBdVi
Todo valía para conseguir éxitos.
La obsesión de la CIA era descubrir un suero de la verdad o método equivalente para aplicar a los espías enemigos, y a la vez desarrollar unas píldoras de amnesia que hicieran que sus agentes fueran inmunes al control mental de los adversarios.
Más aún, buscaba el control mental con la intención de crear un «Candidato Manchú» o asesino programable capaz de ser activado cuando fuera necesario y que posteriormente no recordase nada.
Muchas universidades, hospitales, farmacéuticas y prisiones participaron en el proyecto en mayor o menor medida, aunque no todas conocían que sus investigaciones estaban financiadas por la CIA ni cuál era su propósito real, habitualmente camuflado bajo estudios sobre el LSD.
No menos sorprendente resulta que en el sub-programa de MK Ultra, Operación MidNight Climax, se utilizase a prostitutas para administrar LSD a clientes desprevenidos y ver los efectos de la droga sobre estos.
Al final, la CIA valoró que el LSD era impredecible y poco confiable.
La actividad del proyecto se redujo en 1964, limitándose aun más en 1967 y deteniéndose por completo oficialmente en 1973.
Para entonces, los rumores sobre el proyecto eran numerosísimos, pero solo se pudo obtener información de los testimonios de los participantes.
¿Por qué?
Porque el director de la CIA, Richard Helms, en el ’73 dio la orden de destruir todos los archivos de proyecto para obstaculizar las investigaciones posteriores sobre el Programa MK Ultra.
No tuvo mucho éxito.
En 1977, una solicitud amparada en la Ley de Libertad de la Información descubrió 20000 documentos relacionados en el proyecto MK Ultra que fueron desclasificados en 2001.
Lamentablemente, la paralización del Programa MK Ultra llegaría tarde para muchos.
Quizá el caso más sonado sea el de Frank Olson. Un investigador civil de 43 años y empleado de la CIA al que se administro el LSD sin su conocimiento en una copa de Cointreau.
A él y a los otros 4 participantes del experimento se les informó 20 minutos después de qué habían tomado. Olson reaccionó de forma negativa y amenazó con renunciar al puesto.
La CIA afirmó que Olson sufrió un repentino ataque de paranoia extrema y depresión que debía tratarse.
Por ello, lo enviaron a la consulta de un psiquiatra en Nueva York. Olson moriría tras precipitarse desde la ventana de la habitación de su hotel en NY. El empleado de la CIA que lo acompañaba se despertó a las 1:30 a.m. justo a tiempo para verlo arrojarse por la ventana cerrada.
Olson dejó una mujer viuda de 38 años y tres niños pequeños.
Debido a la ausencia de otras pruebas, la familia de Frank Olson no tuvo más opción que aceptar la explicación desconcertante de la CIA: Olson había sucumbido a un ataque depresivo repentino que lo llevó a suicidarse.