La canción «Para Elisa» de Beethoven que quizá nunca fue para Elisa

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¿Quién podría imaginar que la Elisa que da nombre a una de las obras musicales clásicas probablemente nunca existió?

No se trata de que Beethoven escribiese esa obra a un ente etéreo, una musa imaginaria, sino que la tal Elisa, seguramente nunca tuvo ese nombre.

¿Cómo es eso posible?

La confusión se debe al musicólogo Ludwig Nohl, que en 1865 descubrió los apuntes de la partitura en pésimo estado, y en un intento de interpretar la dedicatoria —que le daría título—, confundió los dos nombres.

Así, no tardaron en aparecer posibles candidatas a ser la destinataria de la obra:

  • Una soprano alemana, Elisabeth Röckel.
  • La 1ª cantante que interpretó el papel principal de Fidelio, Anna Milder-Hauptmann.
  • O Juliane Katharine Elisabet Barensfeld, «Elisa», una niña prodigio.

Esta última, «Elisa» Barensfeld, quizá fuera la mejor candidata; al menos, así lo apuntó la musicóloga Rita Steblin, quien afirma que en la dedicatoria se podría leer «para Elisa, 27 de abril, como un recuerdo, de Ludwig van Beethoven».

Pero según se cree, esas atribuciones podrían resultar erróneas, ya que en el texto original podría aparecer Therese y no Elise.

Así, ahora habría que buscar otras candidatas. Las más plausibles serían Teresa Malfatti y Teresa Brunswick.

La baronesa Teresa Malfatti, (1792-27 de abril de 1851), era música, y compartía una cercana amistad con el compositor.  Prueba de ello serían sus cartas.

Lamentablemente, en fechas próximas a la composición de la obra, el compositor le escribiría una triste carta de despedida:

«Ahora, que te vaya bien, respetada Teresa. Les deseo todas las cosas buenas y hermosas de esta vida. Traedme un recuerdo, nadie puede desearle una vida una brillante y feliz que yo, incluso si no le importara en absoluto.
Tu devoto servidor y amigo,
Beethoven»

Ella no le correspondía.

Así que, aunque sumaba puntos para ser nuestra candidata a la luz de las cartas en las que le expresaba su incendiado amor e intenciones previas de matrimonio, quizá deberíamos decantarnos por la 2ª opción:

Teresa Brunswick.

Recordemos:

En el momento de la composición de «Para Elisa», primavera de 1810, Beethoven era un compositor cuarentón que, a pesar de haber compuesto ya algunas de sus sinfonías, se encontraba en graves problemas económicos. 

Apenas le alcanzaba para mantenerse.

Pero por suerte, es amigo familiar de los Brunswick. Había comenzado a dar clase de piano a las 3 hijas del matrimonio allá por 1799 y como agradecimiento le invitaron a visitar el palacio familiar que poseían en Hungría.

Aquel sería un momento dorado para él. Compartiría una especial amistad con dos de las hijas, Josephine y Therese.

Desatada su creatividad, compondría algunas de sus mejores obras, entre ellas la 6ª sinfonía y la breve obra para piano en «la menor» que conocemos como «Para Elisa»

Pero la alegría no duraría.

El interés inicial mostrado por Teresa Brunswick hacia Beethoven no llegaría a convertirse en el feliz matrimonio que el compositor hubiera deseado.

Aunque a ambos les unía su pasión por la música y su manifiesta sensibilidad, les separaba una diferencia social insalvable.

Beethoven era un genio. Pero un genio pobre.

Tal vez, nunca sepamos con certeza para quién fue compuesta, pero lo que sí que tenemos claro es que gracias a esa Elisa o Teresa tenemos ahora esa obra.

Una obra que ahora es «Para todos».

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